Hoy brindamos no solo por un buen vuelo, sino por formar parte de una historia que empezó hace más de dos siglos. La tradición comenzó en 1783, con el primer vuelo en globo en París por los hermanos Montgolfier.
En esa época, al ver una “bola de fuego” descendiendo del cielo, los pobladores creían que se trataba de brujas. Para evitar ser atacados, los pilotos llevaban una **botella con sello real**, como prueba de que eran humanos con autorización oficial. Ese brindis literalmente les salvó la vida, y desde entonces, se celebra cada vuelo con una copa.